Infecciones de Transmisión Sexual

Infección Transmisión Sexual

INFECCIÓN POR HERPES

La infección herpética, también denominado herpes simple o herpes virus hominis, es una infección inflamatoria generalizada de origen virásico que agrupa ocho subtipos diferentes:

De ellos, el Tipo II o Herpes genital (HSV)  tiene la particularidad de atacar áreas del tracto genital al tener una vía sexual de contagio, siendo la enfermedad de transmisión sexual ulcerosa más frecuente en los países desarrollados.

Después de la infección inicial, el HSV permanece en estado latente en el interior de los ganglios nerviosos desde donde puede emerger periódicamente  por causas diversas como el estrés, enfermedad, fiebre, debilidad inmunitaria, etc. La transmisión ocurre a través del contacto directo con las lesiones o bien por contacto piel con piel en parejas sexuales afectadas.  

Muchos casos de herpes genital primario no causan síntomas notorios y personas infectadas por el HSV-2 pueden no saber que tienen herpes genital.

Después del contacto inicial las lesiones genitales primarias se desarrollan tras un periodo de incubación variable según distintos autores (ver bibliografía adjunta), que puede abarcar un rango de aparición entre 2 y 20 días tras el contacto, siendo más frecuente entre 4 y 7. Las vesículas, aisladas o agrupadas, suelen erosionarse y formar úlceras en prepucio, glande y cuerpo del pene en los hombres, y labios, clítoris, periné, vagina y cuello uterino en las mujeres. También pueden aparecer en región perianal y recto.

En cuanto a la sintomatología, aparte de las lesiones epidérmicas, tenemos: dificultad para iniciar la micción, disuria, retención urinaria, estreñimiento o neuralgia sacra. Las infecciones iniciales son más dolorosas y prolongadas, con aparición de ganglios inguinales, siendo de carácter leve o escasamente sintomáticas las recurrencias.

Los medios diagnósticos que se emplean son fundamentalmente tres:

– Exploración clínica, fundamental por las características propias de las lesiones.

– Serologia microbiológica para detectar los anticuerpos HSV-1 y HSV-2, que se desarrollan durante las primeras semanas después de la infección. – Raspado y cultivo de las vesículas erosionadas y detección mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR) del ADN viral.

En cuanto al tratamiento dos cosas son importantes, el herpes genital no provoca cáncer ni tiene asociación con él, como tampoco esterilidad o infertilidad en la persona afectada. Su diseminación es principalmente epidérmica y su afectación sistémica escasa. Al ser enfermedad crónica recurrente los periodos de remisión pueden durar toda la vida; es decir, tener una primoinfección y nunca más repetirse – al igual que ocurre con el virus de la varicela-zoster, el herpes tipo 1 o el de Epstein Barr -, o bien tener rebrotes, siempre de carácter leve, con una frecuencia indeterminada.

El tratamiento con preparados tópicos tiene un valor escaso, siendo necesario el tratamiento con antivirales sistémicos vía oral como el Valciclovir, Aciclovir y Famciclovir. El uso del preservativo no protege del todo, y puede contagiarse incluso estando en fase no activa.

 

INFECCIÓN POR MYCOPLASMA GENITALIUM

A diferencia del herpes, el mycoplasma genitalium es una bacteria, esto implica un comportamiento diferente y una buena respuesta a los tratamientos antibióticos, que pueden erradicarla. Forma parte de las infecciones de transmisión sexual persona a persona, teniendo similitudes con la Clamidia y el Gonococo. El período de incubación es de 2 a 5 días en el hombre y de 5 a 10 en la mujer, siendo frecuente la infección subclínica o asintomática. 

En las mujeres puede provocar una sintomatología variada consistente en uretritis, leucorrea, dolor abdominal e infección de las trompas causando infertilidad. La manifestación habitual en el hombre es una uretritis, seguida de prostatitis, impotencia, dolor testicular e infertilidad. También puede alojarse en garganta y ano.

Se considera que infecta entre el 1-2% de los adolescentes y adultos jóvenes, siendo más frecuente que la gonorrea y la clamidia. Aunque la persona infectada no tenga síntomas puede contagiar a sus parejas sexuales.

A este respecto, el grupo español  más actualizado en este campo publicó un estudio en el año 2017[1]  en el que detectaba una prevalencia[2] de infección por M. genitalium  del 9% en varones y del 13% en mujeres,  considerando que la prevalencia real en mujeres asintomáticas sería aún mayor si la muestra se obtuviera de frotis cervical uterino

El contagio habitual se realiza por las relaciones sexuales anales, orales y vaginales, también por manos contaminadas con el área genital de la persona infectada y por juguetes sexuales compartidos.

El diagnóstico se realiza mediante cultivos en laboratorio de muestras de orina, secreciones uretrales y de cuello uterino.

El tratamiento de la infección se realiza con antibióticos de amplio espectro principalmente la azitromicina y josacina, empleando moxifloxacino en caso de resistencia, nada infrecuentes.

INFECCIÓN POR HERPES

La infección herpética, también denominado herpes simple o herpes virus hominis, es una infección inflamatoria generalizada de origen virásico que agrupa ocho subtipos diferentes:

De ellos, el Tipo II o Herpes genital (HSV)  tiene la particularidad de atacar áreas del tracto genital al tener una vía sexual de contagio, siendo la enfermedad de transmisión sexual ulcerosa más frecuente en los países desarrollados.

Después de la infección inicial, el HSV permanece en estado latente en el interior de los ganglios nerviosos desde donde puede emerger periódicamente  por causas diversas como el estrés, enfermedad, fiebre, debilidad inmunitaria, etc. La transmisión ocurre a través del contacto directo con las lesiones o bien por contacto piel con piel en parejas sexuales afectadas.  

Muchos casos de herpes genital primario no causan síntomas notorios y personas infectadas por el HSV-2 pueden no saber que tienen herpes genital.

Después del contacto inicial las lesiones genitales primarias se desarrollan tras un periodo de incubación variable según distintos autores (ver bibliografía adjunta), que puede abarcar un rango de aparición entre 2 y 20 días tras el contacto, siendo más frecuente entre 4 y 7. Las vesículas, aisladas o agrupadas, suelen erosionarse y formar úlceras en prepucio, glande y cuerpo del pene en los hombres, y labios, clítoris, periné, vagina y cuello uterino en las mujeres. También pueden aparecer en región perianal y recto.

En cuanto a la sintomatología, aparte de las lesiones epidérmicas, tenemos: dificultad para iniciar la micción, disuria, retención urinaria, estreñimiento o neuralgia sacra. Las infecciones iniciales son más dolorosas y prolongadas, con aparición de ganglios inguinales, siendo de carácter leve o escasamente sintomáticas las recurrencias.

Los medios diagnósticos que se emplean son fundamentalmente tres:

– Exploración clínica, fundamental por las características propias de las lesiones.

– Serologia microbiológica para detectar los anticuerpos HSV-1 y HSV-2, que se desarrollan durante las primeras semanas después de la infección. – Raspado y cultivo de las vesículas erosionadas y detección mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR) del ADN viral.

En cuanto al tratamiento dos cosas son importantes, el herpes genital no provoca cáncer ni tiene asociación con él, como tampoco esterilidad o infertilidad en la persona afectada. Su diseminación es principalmente epidérmica y su afectación sistémica escasa. Al ser enfermedad crónica recurrente los periodos de remisión pueden durar toda la vida; es decir, tener una primoinfección y nunca más repetirse – al igual que ocurre con el virus de la varicela-zoster, el herpes tipo 1 o el de Epstein Barr -, o bien tener rebrotes, siempre de carácter leve, con una frecuencia indeterminada.

El tratamiento con preparados tópicos tiene un valor escaso, siendo necesario el tratamiento con antivirales sistémicos vía oral como el Valciclovir, Aciclovir y Famciclovir. El uso del preservativo no protege del todo, y puede contagiarse incluso estando en fase no activa.

 

INFECCIÓN POR MYCOPLASMA GENITALIUM

A diferencia del herpes, el mycoplasma genitalium es una bacteria, esto implica un comportamiento diferente y una buena respuesta a los tratamientos antibióticos, que pueden erradicarla. Forma parte de las infecciones de transmisión sexual persona a persona, teniendo similitudes con la Clamidia y el Gonococo. El período de incubación es de 2 a 5 días en el hombre y de 5 a 10 en la mujer, siendo frecuente la infección subclínica o asintomática. 

En las mujeres puede provocar una sintomatología variada consistente en uretritis, leucorrea, dolor abdominal e infección de las trompas causando infertilidad. La manifestación habitual en el hombre es una uretritis, seguida de prostatitis, impotencia, dolor testicular e infertilidad. También puede alojarse en garganta y ano.

Se considera que infecta entre el 1-2% de los adolescentes y adultos jóvenes, siendo más frecuente que la gonorrea y la clamidia. Aunque la persona infectada no tenga síntomas puede contagiar a sus parejas sexuales.

A este respecto, el grupo español  más actualizado en este campo publicó un estudio en el año 2017[3]  en el que detectaba una prevalencia[4] de infección por M. genitalium  del 9% en varones y del 13% en mujeres,  considerando que la prevalencia real en mujeres asintomáticas sería aún mayor si la muestra se obtuviera de frotis cervical uterino

El contagio habitual se realiza por las relaciones sexuales anales, orales y vaginales, también por manos contaminadas con el área genital de la persona infectada y por juguetes sexuales compartidos.

El diagnóstico se realiza mediante cultivos en laboratorio de muestras de orina, secreciones uretrales y de cuello uterino.

El tratamiento de la infección se realiza con antibióticos de amplio espectro principalmente la azitromicina y josacina, empleando moxifloxacino en caso de resistencia, nada infrecuentes.


[1] Mycoplasma genitalium y resistencia antibiótica en España. Unidad de Infecciones de Transmisión Sexual y el Servicio de Enfermedades Infecciosas Hospital Universitario Vall d’Hebron,Universitat Autònoma de Barcelona, España. Miguel Fernández-Huerta, Judit Serra-Pladevall,María-Jesús Barberá y Mateu Espasa

 [1] Presencia global de un germen en una población

 

[3] Mycoplasma genitalium y resistencia antibiótica en España. Unidad de Infecciones de Transmisión Sexual y el Servicio de Enfermedades Infecciosas Hospital Universitario Vall d’Hebron,Universitat Autònoma de Barcelona, España. Miguel Fernández-Huerta, Judit Serra-Pladevall,María-Jesús Barberá y Mateu Espasa

 [3] Presencia global de un germen en una población